
Es cuando descargas contra mí un juicio de valor que nadie te ha pedido.
Es saberte espía de mis noches y más íntimos secretos.
Es contarte un sueño y que te rías en mi cara, porque no puedes despegar tus pies de esta maldita tierra.
Es sentir los celos de mis triunfos antes aún de que se produzcan.
Es intuir que te entristece lo que me llena de dicha, sólo porque tú no puedes dármelo.
En sentir tu amor de forma extraña, como una mugre viscosa que se pega al cuerpo, que me duele de tanto que hago para arrancármela.
No sé cómo puedo intentar quererte, con todo lo que haces para envenenarme
Rocío Rosado
Suena de fondo una media granaína con la guitarra de Ramón Trujillo en la peña Juanito Villar de Cádiz.